México termina el año con una paradoja laboral inédita: salarios reales creciendo 3.8% mientras el empleo formal se contrae, la informalidad supera el 55% y la inversión productiva se desploma históricamente.

MexconomyEditorial | Mientras las remuneraciones medias reales alcanzaron su mayor crecimiento anual desde 2024 con un 3.8% en octubre, el personal ocupado formal cayó 0.7% anual y la población económicamente activa se contrajo en 152 mil personas en noviembre respecto al año previo. Esta divergencia no es casualidad: es el síntoma visible de una economía que dejó de crear oportunidades para convertirse en una máquina de concentración.

México cerrará 2025 con un crecimiento del PIB de apenas 0.4%, evidenciando un estancamiento estructural que se traduce en menos plazas formales, mayor precarización y un mercado laboral cada vez más incapaz de absorber a quienes buscan trabajo digno.

La economía mexicana atraviesa lo que se denomina como "estancamiento prolongado". La formación bruta de capital fijo se contrajo 0.8% en el tercer trimestre de 2025, con una caída acumulada de 7.2% anual en enero-septiembre. Esta inversión, motor fundamental del crecimiento de largo plazo, registró en septiembre una caída de 6.7% anual, arrastrada por descensos en todos sus componentes.

La construcción no residencial —vinculada a obra pública e infraestructura— se desplomó 16.4% anual, mientras que la residencial retrocedió 2%. La maquinaria y equipo nacional cayeron 10.6%. Estos no son ajustes coyunturales: México ha entrado en un periodo de largo estancamiento económico con mayores presiones inflacionarias (subyacentes), el peor de los dos mundos.

El impacto en el empleo es directo y revela una transformación estructural preocupante. Los sectores Construcción, Industrias manufactureras, Comercio y Servicios privados —que concentran la mayor parte del empleo formal— muestran un índice de personal ocupado de 98.3 puntos en octubre de 2025, prácticamente estancado desde octubre de 2023 cuando marcó 100 puntos. En dos años, el empleo formal no creció: retrocedió.

Detrás de este estancamiento se esconde un fenómeno más profundo: México transita aceleradamente de una economía manufacturera-industrial a una de servicios, pero no por desarrollo virtuoso sino por desindustrialización regresiva. La manufactura pasó de representar 16.4% del PIB en 2021 a solo 15% en 2024, y durante los últimos siete trimestres la industria acumula una caída de 3.5% mientras los servicios crecieron 2.8%. Esta no es la evolución natural de una economía que se sofistica: es el colapso de capacidades productivas que no se están reemplazando con sectores de alto valor agregado.

A diferencia de las economías desarrolladas que transitaron de manufactura a servicios intensivos en conocimiento (finanzas sofisticadas, tecnología, consultoría especializada), México se apoya en actividades terciarias que aportan volumen pero no necesariamente productividad ni empleos mejor remunerados. El crecimiento de los servicios —26.4 millones de ocupados, 44.2% del total— oculta que gran parte de este empleo se concentra en comercio informal, restaurantes precarios y servicios personales de baja remuneración. Mientras la minería cae 7.7% anual, la construcción 1.8% y la manufactura 0.2%, los servicios que crecen son aquellos con menor capacidad de arrastre productivo y menor generación de valor agregado por trabajador.

Informalidad y precarización: el verdadero ajuste laboral

Mientras el empleo formal se estanca, 32.8 millones de mexicanos (54.8% de los ocupados) trabajan en la informalidad, un incremento de 0.2 puntos porcentuales respecto a noviembre de 2024. En el último año se sumaron 466 mil personas a la informalidad, según datos oficiales. Esta no es una elección: es el refugio obligado ante la ausencia de oportunidades formales.

La tasa de condiciones críticas de ocupación —que mide empleos con jornadas y salarios inadecuados— aumentó de 34.5% a 37.5% entre noviembre de 2024 y 2025. Esto significa que 3 de cada 10 trabajadores formales laboran bajo esquemas precarios: menos de 35 horas semanales por razones involuntarias, más de 35 horas con ingresos inferiores al salario mínimo, o más de 48 horas ganando hasta dos salarios mínimos.

El personal no dependiente —trabajadores por honorarios, comisiones o proporcionados por terceros— sufrió una caída anual dramática de 3.3%. La población económicamente activa femenina cayó 1.6 puntos porcentuales hasta 45.1%, con una pérdida neta de 440 mil mujeres ocupadas en un año. La precarización tiene rostro de mujer, joven e informal.

Salarios: más para menos gente

¿Cómo pueden crecer los salarios reales en medio del estancamiento? La respuesta es inquietante: las empresas prefieren pagar más a quienes ya tienen empleo antes que contratar nuevos trabajadores. El índice de remuneraciones totales alcanzó 124.1 puntos en octubre, creciendo 3.2% anual, mientras el personal ocupado cayó 0.7%.

Esta estrategia empresarial responde a múltiples factores: incertidumbre derivada de la reforma judicial implementada, reformas a la Ley de Amparo y la inquietud sobre la política comercial de Estados Unidos. En un entorno así, retener talento cuesta menos que expandir operaciones.

El resultado es perverso: los 59.8 millones de ocupados que mantienen empleo formal ven mejoras salariales reales, pero las 152 mil personas que salieron de la fuerza laboral, las 440 mil mujeres que perdieron ocupación y las 466 mil personas que cayeron en la informalidad no participan de este "progreso". El crecimiento salarial no es inclusivo: es concentrador.

Sectores en crisis: manufactura, construcción y servicios sociales

La industria manufacturera perdió 140 mil empleos en un año, los servicios sociales cayeron en 303 mil plazas y restaurantes y alojamiento se contrajeron en 223 mil trabajadores. Estos tres sectores concentran más de 15 millones de empleos y están en franca recesión.

Solo dos sectores crecieron significativamente: gobierno y organismos internacionales (+324 mil) y transportes, comunicaciones y almacenamiento (+190 mil). El primero refleja expansión del aparato público; el segundo, los efectos marginales del nearshoring. Pero ambos son insuficientes para compensar las pérdidas en el sector productivo privado.

Las industrias manufactureras, que concentran el 21.5% del PIB, se contrajeron 1.8% anual. La construcción, que representa 6% del PIB, se contrajo 4.6% anual, acumulando cuatro trimestres de contracción. No es un ajuste: es una tendencia.

El costo político del estancamiento

Con la caída en la inversión fija bruta, el PIB potencial es ahora menor, aumenta la probabilidad de un escenario de estanflación, para 2026, —alta inflación con estancamiento económico y desempleo— que es el peor de los mundos para cualquier gobierno.

Las proyecciones para 2026 no son alentadoras. La CEPAL prevé un crecimiento de 1.3% para la economía mexicana en 2026, insuficiente para generar los 800 mil empleos mínimos formales anuales que México necesita para absorber a los jóvenes que ingresan al mercado laboral.

Los factores de obstáculo para el crecimiento económico mexicano son: inseguridad pública (19%), la política sobre comercio exterior (15%), la debilidad en el mercado interno (9%), otros problemas de falta de estado de derecho (8%) y la ausencia del cambio estructural (7%), según encuestas de Banxico.

El gobierno ha apostado por programas sociales y aumentos al salario mínimo como paliativos. Pero sin inversión productiva, sin estado de derecho funcional, sin certidumbre jurídica y sin reformas estructurales que impulsen la productividad, estos esfuerzos son parches en un sistema que requiere cirugía mayor.

México vive ya un estancamiento más dañino que una crisis puntual: la normalización de la mediocridad económica. Crecer 0.4% anual se ha vuelto "aceptable". Que 55 de cada 100 trabajadores estén en la informalidad es "normal". Que las remuneraciones medias crezcan mientras el empleo formal cae se celebra como "mejora del poder adquisitivo".

La realidad es más cruda: México está generando menos oportunidades, concentrando más ingresos y precarizando estructuras laborales. El espejismo salarial oculta una verdad incómoda: cuando la economía no crece, los ganadores son cada vez menos y los perdedores, cada vez más. Más allá de filtros ideológicos urge actuar en consecuencia. Si México sigue esta trayectoria, el estancamiento de hoy será la recesión de mañana. Y para entonces, ni los salarios reales podrán sostener la ilusión del "bienestar".

Nota al lector: la gráfica interactiva está optimizada para su correcta lectura y exploración en pantallas de mayor tamaño (computadora o tableta). En dispositivos móviles, algunos detalles de ejes, etiquetas o series pueden visualizarse de forma limitada.

Fuente: INEGI - Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) e Índices Globales de Personal y Remuneraciones (IGPERSE), noviembre y octubre 2025 respectivamente. Datos macroeconómicos de CEPAL, Banxico, SHCP y Mexconomy.

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