Cuando el 0.3% es un milagro y el milagro es política, es que vamos de mal en peor. Según el oficialismo y sus portavoces financieros —IMEF—, México no está en recesión. La prueba: un “crecimiento” de 0.3% trimestral para desestimar cualquier preocupación. Pero el dato, lejos de tranquilizar, evidencia una economía en estado de shock.
Mexconomy — Lo que vive México se denomina con precisión técnica “recesión de estancamiento” (growth recession): un periodo en que el producto interno bruto apenas crece, mientras el empleo, la inversión y el ingreso real se deterioran. No hay recesión técnica (por un pelo de rana), pero los efectos sobre la economía real son tan severos como en una recesión formal.
El Margen Estadístico que Evita el Diagnóstico
Los datos desestacionalizados del Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) muestran una economía al filo de la contracción:
Cuarto Trimestre 2024:
- Octubre: 104.6 (variación anual: -0.5%)
- Noviembre: 104.8 (variación anual: +0.6%)
- Diciembre: 103.9 (variación anual: -0.7%)
Promedio trimestral: 104.43
Primer Trimestre 2025:
- Enero: 104.1 (variación anual: +0.2%)
- Febrero: 105.2 (variación anual: +0.5%)
- Marzo: 104.8 (variación anual: -0.1%)
Promedio trimestral: 104.70
Diferencia trimestral: +0.27%, redondeada a 0.3%. Ese es el umbral técnico que impide etiquetar oficialmente a México en recesión. Pero cuando el crecimiento se sostiene con alfileres, la evasión del término se vuelve más semántica que económica.
Composición Sectorial: Lo que los Promedios Ocultan
Actividades Primarias: el campo mexicano muestra un crecimiento notable, con 13.7% anual en marzo y 7.5% promedio en el trimestre. No obstante, su peso en el PIB es marginal: alrededor del 4%. Su contribución total al crecimiento es de apenas ~0.3%. Una economía nacional no puede depender de un sector primario para sostener sus cifras globales.
Actividades Secundarias: el verdadero motor productivo del país muestra señales críticas. La industria en su conjunto cae -1.3% anual. La minería se desploma -10.1% y las manufacturas caen -1.0%. Con una participación del 33% del PIB, estas cifras suponen una contribución negativa de al menos -0.43% al crecimiento general. La estructura industrial del país está en contracción, y con ella, su capacidad de generar empleos bien remunerados y estables.
Actividades Terciarias: el sector servicios, que representa cerca del 63% del PIB, apenas crece 0.2%. Su aporte neto al crecimiento es de solo +0.13%. Una economía basada en servicios que no logra dinamismo en este rubro confirma un estancamiento generalizado, con implicaciones directas sobre consumo, empleo e inversión.
Diagnóstico Final: Recesión Negada, Estancamiento Confirmado
México no está en recesión técnica, pero sí en una recesión económica real. Las cifras oficiales muestran una economía que sobrevive más que avanza. El crecimiento de 0.3% es más una coartada que un logro. La agricultura sostiene las cifras con un peso marginal, mientras la industria se hunde y los servicios no despegan.
Negar la gravedad de esta situación con tecnicismos —como los usados por el Comité de Fechado de Ciclos del IMEF o el economista en jefe de Hacienda— implica omitir la realidad de millones de mexicanos que enfrentan un deterioro tangible en su calidad de vida. La economía puede no estar en “recesión técnica” según las definiciones de manual, pero vive una parálisis estructural que los datos duros confirman.
La política económica no puede seguir anclada en negar lo evidente. Si el oficialismo desea construir credibilidad, debe empezar por reconocer que una economía que no crece de forma sostenida, que pierde dinamismo sectorial y que arrastra a su población al deterioro social, necesita más que defensas “técnicas” de dudosa procedencia: necesita corrección de rumbo.
Fundamento Teórico: La Recesión de Estancamiento según Okun y la Macroeconomía Aplicada
La recesión de estancamiento es una fase del ciclo económico en la cual el PIB crece a tasas positivas pero inferiores a la tasa de crecimiento potencial, provocando un aumento del desempleo, caída en la inversión y deterioro del bienestar. El concepto fue desarrollado por Arthur Okun, quien señaló que una economía puede estar en recesión práctica aun sin estar en contracción técnica, cuando el crecimiento es insuficiente para absorber el crecimiento poblacional o laboral. En esta condición, el crecimiento se mantiene por debajo de su “ritmo de equilibrio”, y por lo tanto, se erosiona la actividad económica real.
En términos analíticos, una forma referencial para identificar una recesión de estancamiento es:
$$\Delta \text{PIB}_{\text{real},t} > 0 \quad \text{pero} \quad \Delta \text{PIB}_{\text{real},t} < \Delta \text{PIB}_{\text{potencial},t}$$
Es decir, la tasa de crecimiento del PIB real en el periodo t es positiva pero menor al crecimiento del PIB potencial estimado. En contextos emergentes como el mexicano, donde el crecimiento potencial ronda entre 2.0% y 2.5% anual (0.5% a 0.6% trimestral), un crecimiento como el actual de 0.3% trimestral implica que la economía está operando por debajo de su capacidad, generando desempleo oculto, subutilización de capital y pérdida de ingreso real per cápita.
Este enfoque ha sido adoptado también por instituciones como la OCDE, el Banco Mundial y el FMI para identificar crisis silenciosas o prolongadas en economías con bajo dinamismo estructural, particularmente en América Latina.
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