Mientras las autoridades mexicanas mantienen un discurso optimista sobre el estado de la economía nacional, los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) revelan una realidad profundamente preocupante. La oferta y demanda global se contrajo 1.1% en el primer trimestre de 2025.

Mexconomy - Esta cifra que, aunque pueda parecer modesta, esconde una crisis estructural que amenaza con profundizarse. No es un simple ajuste coyuntural. Es el reflejo de una economía que ha perdido su capacidad de generar crecimiento desde sus motores internos, dependiendo cada vez más de factores externos sobre los cuales tiene poco control.

El dato más alarmante de todo el reporte es el comportamiento de la inversión. La Formación Bruta de Capital Fijo (FBCF) se desplomó 4.0% trimestral y 6.8% anual, una caída que no se había visto desde las crisis más profundas que ha enfrentado el país hace décadas.

Para dimensionar esta debacle, considere que la participación de la inversión en la economía se redujo de 17.5% a 16.5% en apenas un año. En términos absolutos, esto significa que los empresarios están retirando miles de millones de pesos de proyectos productivos, enviando una señal inequívoca sobre su percepción del futuro económico del país.

¿Qué significa esto en términos reales? Menos fábricas, menos infraestructura, menos empleos de calidad y, fundamentalmente, menos capacidad de crecimiento futuro. La inversión de hoy es el crecimiento de mañana, y México está hipotecando su futuro.

Paralelamente al colapso de la inversión, el consumo privado cayó 0.4% trimestral y 0.8% anual, una señal inequívoca de que las familias mexicanas están experimentando un deterioro en su poder adquisitivo. La participación del consumo privado en la economía se redujo dramáticamente de 52.3% a 49.3% en el último año.

Esta contracción del consumo es particularmente grave porque representa la demanda interna real, el motor que debería impulsar una economía sana. Cuando las familias reducen sus gastos, no es por elección, sino por necesidad, lo que indica presiones inflacionarias y/o deterioro del empleo.

Mientras la economía interna se desmorona, las exportaciones crecieron 12.9% anual, cifra que podría parecer positiva pero que en realidad expone una vulnerabilidad estructural peligrosa. Las exportaciones ahora representan 28.3% de la demanda global, el nivel más alto registrado en el período analizado.

Esta dependencia extrema del sector externo convierte a México en rehén de factores fuera de su control: la desaceleración de Estados Unidos, conflictos comerciales internacionales o cambios en los patrones de consumo global podrían devastar una economía que ha perdido la capacidad de crecer desde adentro.

Simultáneamente, las importaciones cayeron 4.3% trimestral y 1.9% anual, lo que podría indicar restricciones de divisas, políticas proteccionistas o simplemente una economía interna tan debilitada que no puede absorber bienes del exterior.

La Inflación: El Impuesto Silencioso que Devora la Competitividad

Los datos de precios revelan otro aspecto relevante de esta crisis: los precios implícitos del PIB aumentaron 6.8% anual, muy por encima de cualquier meta de inflación razonable. Pero más grave aún es el comportamiento sectorial:

  • Importaciones: +24.1% anual - Encarecimiento brutal de insumos
  • Formación Bruta de Capital Fijo: +10.6% anual - Inversión cada vez más costosa
  • Exportaciones: +11.0% anual - Pérdida de competitividad internacional
  • Consumo privado: +5.3% anual - Erosión del poder adquisitivo

Estos números describen una economía atrapada en una espiral inflacionaria que está destruyendo su competitividad, encareciendo la inversión y empobreciendo a las familias.

El Ahorro Nacional

Una economía sin ahorro es una economía sin futuro. El Ahorro es igual a la inversión. El ahorro bruto cayó 0.8% trimestral, y más preocupante aún, el ahorro de la economía interna representa apenas 18.2% del PIB, una cifra peligrosamente baja para una economía en desarrollo.

Esta baja tasa de ahorro nacional significa que México debe depender del financiamiento externo (1.8% del PIB) para sostener los niveles mínimos de inversión. En otras palabras, el país está viviendo por encima de sus posibilidades, financiándose con recursos ajenos en un contexto internacional cada vez más restrictivo.

Para entender la magnitud de lo que está ocurriendo, hay que traducir estos porcentajes a cifras absolutas. La oferta global de bienes y servicios en el primer trimestre alcanzó 48.3 billones de pesos. Una contracción del 1.1% trimestral significa que la economía mexicana perdió más de 530 mil millones de pesos en capacidad productiva en solo tres meses.

En el caso de la inversión, la caída del 6.8% anual sobre una base de inversión que representa 16.5% del PIB (aproximadamente 5.7 billones de pesos anuales) significa que México dejó de invertir cerca de 390 mil millones de pesos que deberían haberse destinado a expandir la capacidad productiva del país.

La contracción de la inversión apunta a sectores específicos en crisis terminal:

Construcción e Infraestructura: La FBCF incluye principalmente construcción de edificios, carreteras, puertos y infraestructura productiva. Su colapso significa paralización de obras, despidos masivos en un sector intensivo en mano de obra y deterioro acelerado de la infraestructura nacional.

Manufactura: La combinación de importaciones más caras (+24.1%) y menor inversión sugiere una industria manufacturera perdiendo competitividad aceleradamente, con empresas cerrando plantas o trasladándolas a países con mejores condiciones.

Los datos configuran un escenario de riesgo sistémico con múltiples vectores de crisis convergiendo:

Riesgo de Estanflación: Bajo crecimiento (-0.1% anual) con alta inflación (6.8% anual) es la peor combinación posible para una economía.

Riesgo de Crisis de Balanza de Pagos: La dependencia extrema de exportaciones y la caída de importaciones sugieren desequilibrios externos crecientes que podrían desembocar en una crisis cambiaria bajo el espejismo de un dólar “barato”.

Riesgo de Desinversión Extranjera: Los datos de inversión sugieren que tanto empresarios nacionales como extranjeros están retirando capital del país, lo que podría acelerar una espiral de desinversión.

Riesgo Social: La combinación de menor consumo, menor inversión y mayor inflación apunta hacia un deterioro acelerado de las condiciones de vida de la población.

Estos no son simplemente números en una hoja de cálculo. Representan:

  • Empresas cerrando porque no pueden competir con costos inflacionarios
  • Familias empobreciéndose porque sus ingresos pierden poder adquisitivo
  • Jóvenes sin oportunidades porque no se crean empleos de calidad
  • Infraestructura deteriorándose porque no hay inversión en mantenimiento y expansión
  • Competitividad nacional erosionándose porque los costos de producción se vuelven prohibitivos

Los datos del INEGI no mienten. La economía mexicana está atravesando una crisis estructural profunda que se manifiesta en la contracción simultánea de los dos motores fundamentales del crecimiento: inversión y consumo interno.

La dependencia creciente de las exportaciones, lejos de ser una fortaleza, expone la fragilidad de un modelo económico que ha perdido la capacidad de generar prosperidad desde adentro. Una economía que no puede crecer por sí misma es una economía en crisis, independientemente de lo que digan los discursos oficiales.

El tiempo para medidas cosméticas se ha agotado. Los números demandan una respuesta estructural, profunda y urgente. El costo de la inacción ya no se mide en puntos porcentuales de crecimiento perdido, sino en el futuro mismo de las generaciones de mexicanos.

La pregunta ya no es si México enfrentará una crisis económica, sino cuándo y qué tan severa será. Los datos de INEGI sugieren que esa crisis ya comenzó, silenciosa pero devastadoramente efectiva.


Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Oferta y Demanda Global Trimestral (ODGT) e Indicador Trimestral del Ahorro Bruto (ITAB), primer trimestre 2025.