Los datos oficiales del INEGI revelan una preocupante contracción en la formación bruta de capital fijo que amenaza el crecimiento económico del país. La debilidad económica se extenderá al menos hasta 2026.
La economía mexicana enfrenta una de sus crisis de inversión más severas en años recientes. Los datos del Indicador Mensual de la Formación Bruta de Capital Fijo (IMFBCF) correspondientes a abril de 2025 no solo confirman una tendencia descendente, sino que revelan fracturas estructurales que requieren atención inmediata.
El Desplome: Números que No Mienten
El índice de inversión fija cayó a 105.6 puntos en abril de 2025, registrando una contracción mensual del 1.7% y una alarmante caída anual del 7.7%. Pero estos números, por sí solos, no capturan la magnitud del problema. La gráfica siguiente ilustra la trayectoria descendente que ha caracterizado a la inversión mexicana desde mediados de 2024:
Anatomía de la Crisis
El deterioro no es uniforme, sino que presenta patrones que revelan las vulnerabilidades estructurales de la economía mexicana. El sector de maquinaria y equipo, motor tradicional de la modernización productiva, se desplomó 16.0% anual en abril, con las importaciones cayendo 16.7%. Esta cifra es particularmente preocupante porque refleja una pérdida de competitividad y capacidad de renovación tecnológica.
La construcción, aunque con una caída menor (9.2% anual), presenta un panorama igualmente inquietante. El segmento no residencial se contrajo 13.9%, señalando que las empresas están posponiendo o cancelando proyectos de expansión. Esta decisión, aunque racional desde la perspectiva empresarial individual, genera un círculo vicioso que perpetúa la debilidad económica.
Gobierno: Ausencia en Acción
Uno de los aspectos más críticos es el comportamiento de la inversión pública. Con una caída del 17.8% anual en abril y una contracción acumulada del 21.3% en los primeros cuatro meses del año, el Estado mexicano no solo ha abandonado su rol como motor de la inversión, sino que se ha convertido en un factor de contracción.
Esta ausencia del sector público es particularmente grave en un contexto donde la inversión privada también muestra signos de debilidad. Cuando ambos sectores se contraen simultáneamente, la economía entra en una zona de riesgo que puede derivar en estancamiento prolongado.
Riesgos y Consecuencias
La crisis de inversión mexicana trasciende los números coyunturales y apunta a riesgos estructurales profundos:
Pérdida de Competitividad: La caída en inversión de maquinaria y equipo significa que las empresas mexicanas están perdiendo la carrera tecnológica. En un mundo donde la automatización y la digitalización son clave, esta rezago puede ser irreversible.
Deterioro del Empleo: La inversión es el motor del empleo productivo. Sin nuevos proyectos, la economía mexicana se vuelve incapaz de absorber la fuerza laboral que se incorpora anualmente al mercado, generando presiones sociales y migratorias.
Dependencia Externa: La caída en inversión productiva hace que México dependa cada vez más de sectores de baja productividad y del consumo interno, limitando su capacidad de generar divisas y mantener el equilibrio externo.
Círculo Vicioso: La falta de inversión genera menor crecimiento, lo que a su vez desalienta nueva inversión. Esta dinámica puede mantener a México en una trampa de bajo crecimiento por años.
El Contexto Internacional
La crisis de inversión mexicana es aún más preocupante considerando el contexto internacional. Mientras países como Vietnam, Polonia o República Checa han logrado atraer inversión extranjera directa aprovechando las tendencias de nearshoring, México parece estar perdiendo esta oportunidad histórica.
La proximidad geográfica con Estados Unidos, que debería ser una ventaja competitiva insuperable, no se está traduciendo en flujos de inversión. Esto sugiere que los problemas van más allá de la coyuntura y apuntan a cuestiones de certidumbre jurídica, infraestructura y política económica.
El Futuro
Si la tendencia actual continúa, México podría enfrentar una década perdida en términos de crecimiento económico. La experiencia de los años 80 y 90 demostró que la recuperación de una crisis de inversión puede tomar años, y sus efectos se sienten en generaciones.
La construcción no residencial, que incluye fábricas, oficinas y centros comerciales, es un indicador adelantado de la actividad económica futura. Su caída del 13.9% anual sugiere que la debilidad económica se extenderá al menos hasta 2026.
El costo de la inacción gubernamental real, medida en términos de empleos perdidos, competitividad deteriorada y oportunidades desperdiciadas, es mucho mayor que cualquier esfuerzo de política económica que se implementa hoy.
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