💥 El nuevo plan estratégico de Pemex promete eficiencia, autosuficiencia energética y diversificación. Pero las cifras no cuadran: producción a la baja, refinerías que pierden miles de millones y una deuda impagable. ¿Puede Claudia Sheinbaum salvar lo que López Obrador dejó peor?
Mexconomy — El gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum presentó con entusiasmo el Plan Estratégico 2025–2035 de Pemex, una propuesta de largo plazo que busca redefinir el rol de la empresa estatal en el sector energético. Sin embargo, más allá del discurso oficial, los datos históricos y presentes muestran una realidad compleja: Pemex no es rentable, sigue perdiendo miles de millones y opera en un modelo que prioriza la política sobre la eficiencia.
La reunificación vertical de la empresa es uno de los pilares del plan. El gobierno propone dejar atrás la fragmentación por subsidiarias para operar bajo un único Consejo de Administración. Según Sheinbaum, esto mejorará la eficiencia operativa y reducirá redundancias. También se prometen auditorías abiertas y trazabilidad total del uso de recursos públicos. Sin embargo, no se ha precisado cómo se garantizará la transparencia ni qué órganos externos supervisarán estos procesos.
En materia de producción, Pemex proyecta aportar entre 92% y 95% de los hidrocarburos líquidos del país, con una meta de 1.8 millones de barriles diarios. Esta cifra es idéntica a la que dejó Peña Nieto en 2018 y no muy distinta de la prometida por Andrés Manuel López Obrador, quien nunca logró alcanzarla. De hecho, en el primer semestre de 2025, la producción conjunta (Pemex + socios) ya cayó a 1.6 millones de barriles.
Para cumplir su objetivo, el gobierno contempla frenar el declive de campos maduros, desarrollar yacimientos como Zama y Trion, y explorar áreas frontera. Pero estas zonas exigen tecnología avanzada, inversión masiva y, en muchos casos, alianzas con el sector privado que hoy están canceladas por la política energética oficialista.
Otro objetivo es impulsar la producción de gas natural, con una meta de hasta 5 mil millones de pies cúbicos diarios en 2028. Pero las cifras actuales revelan una caída: en el segundo trimestre de 2025 la producción fue de 3 mil 547 millones, muy por debajo de los 4 mil 134 millones en 2023. No se ha especificado cómo se revertirá esta tendencia.
El plan también insiste en la rehabilitación de refinerías —Tula, Minatitlán, Madero, Salina Cruz— y en relanzar la producción de petroquímicos en Cangrejera, Pajaritos y Morelos. Esto responde al objetivo de refinar internamente el 80% de los combustibles. Pero esta apuesta choca con los hechos: Pemex Transformación Industrial (TRI), responsable de la refinación, acumuló pérdidas por 1.4 billones de pesos entre 2019 y 2024.
“Pemex es rentable. El problema es esa deuda, como todo lo que dejó el neoliberalismo”, dijo Sheinbaum al presentar el plan.
Pero los números desmienten esa afirmación. En 2024, Pemex tuvo una pérdida neta de 620 mil millones de pesos. Durante el sexenio anterior, acumuló pérdidas por 1.6 billones. Su patrimonio neto, que ya era negativo en 2019, se deterioró aún más: de -1.5 billones a -1.8 billones de pesos en 2024, pese a que el gobierno de AMLO le inyectó 1.2 billones en transferencias directas.
El plan también contempla diversificación hacia energías limpias: electricidad solar, eólica y geotérmica, aprovechamiento de hidrógeno, biocombustibles y litio. Incluso se construirán nuevas plantas de cogeneración para reducir emisiones. Aunque estos proyectos suenan modernos, Pemex carece de experiencia técnica en estas áreas y no se han especificado inversiones, cronogramas ni socios estratégicos.
En el ámbito financiero, se propone una reestructura de pasivos, austeridad administrativa, control de compras y uso eficiente de ingresos excedentes. Y aunque el secretario de Hacienda, Édgar Amador, celebró que Fitch Ratings subiera la calificación crediticia de Pemex de B+ a BB, la mejora se debió a que Hacienda le transfirió 12 mil millones de dólares de deuda pública a la empresa, no a mejoras reales en su rentabilidad o modelo de negocios.
El núcleo del problema sigue intacto: Pemex apuesta por refinar más y exportar menos, aunque la actividad que realmente genera ingresos es la extracción y venta de crudo. El mito de la autosuficiencia energética ha demostrado ser financieramente insostenible. López Obrador no lo entendió y Sheinbaum, pese a sus matices discursivos, mantiene la misma lógica estratégica.
Si el nuevo plan no logra aumentar sustancialmente la producción de petróleo, reducir la refinación ineficiente y abrir espacios de colaboración con el sector privado, ningún rescate será posible. Pemex puede seguir siendo símbolo nacional, pero su realidad financiera lo acerca cada vez más a un barril sin fondo.

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