El presidente Donald Trump advirtió que Estados Unidos podría imponer aranceles de hasta 200% a los productos chinos si Pekín no agiliza la exportación de imanes de tierras raras, un insumo clave para las industrias automotriz, electrónica y de defensa. “Tienen que darnos imanes”, declaró desde la Casa Blanca.
EE.UU. — El mensaje, pronunciado en presencia del presidente surcoreano Lee Jae-myung, reactivó la tensión en el frente comercial entre Washington y Pekín. China es el mayor productor mundial de tierras raras, y desde abril estableció un sistema de licencias para la exportación de imanes, lo que el gobierno estadounidense interpreta como una forma de presión en respuesta a los aranceles ya vigentes. La medida golpea directamente a las cadenas de suministro de alta tecnología y a la industria militar de Estados Unidos.
El anuncio de Trump refuerza el carácter estratégico de las tierras raras, cuyo control se ha convertido en un eje de la rivalidad económica global. La dependencia de Estados Unidos en este sector es crítica: más del 80% de los imanes permanentes utilizados en vehículos eléctricos, turbinas eólicas y misiles provienen directa o indirectamente de China. En este contexto, la amenaza de un arancel de 200% no solo es un gesto de presión política, sino una señal hacia los mercados sobre la disposición de Washington a intervenir en un insumo vital para la transición energética y la seguridad nacional.
La advertencia llega en un momento en que ambos países mantienen un acuerdo temporal de reducción de aranceles —30% por parte de Estados Unidos y 10% por parte de China— vigente hasta noviembre. Aunque se han producido al menos tres rondas de diálogo bilateral en los últimos meses, Washington acusa a Pekín de conceder licencias de exportación con excesiva lentitud, generando incertidumbre sobre la continuidad de los flujos comerciales.
A pesar de la firmeza del mensaje, Trump trató de suavizar el impacto de su amenaza. “Creo que tenemos una relación estupenda con China. He hablado recientemente con el presidente Xi Jinping y, en algún momento del año, deberíamos visitar China”, afirmó. Pero acto seguido advirtió: “Ellos tienen algunas cartas. Nosotros tenemos cartas increíbles, pero no quiero jugarlas. Si las jugara, destruiría a China”.
El trasfondo geoeconómico de esta disputa refleja un pulso por el control de las cadenas de suministro críticas. China busca usar su posición dominante en tierras raras como instrumento de presión estratégica, mientras que Estados Unidos intenta diversificar sus fuentes y reforzar alianzas con países como Australia y Vietnam, también productores relevantes. El desenlace de esta confrontación determinará no solo el futuro del comercio bilateral, sino también el equilibrio global en sectores de alta tecnología y seguridad.

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