Peter Howitt, economista canadiense de 79 años y profesor emérito de la Universidad Brown, lanzó una advertencia contundente esta semana tras recibir el Premio Nobel de Economía de 2025. La inteligencia artificial, aseguró en conferencia de prensa, representa "posibilidades asombrosas" pero "tiene un potencial increíble para destruir otros empleos" y debe ser regulada de manera urgente.

La declaración adquiere relevancia máxima en un contexto de transformación tecnológica sin precedentes que ya está reconfigurando mercados laborales en el mundo desarrollado.

El reconocimiento internacional a Howitt, compartido con Joel Mokyr de la Universidad Northwestern y Philippe Aghion de la Escuela de Economía de París y la Escuela de Economía de Londres, se otorgó por investigaciones sobre cómo la innovación impulsa el crecimiento económico. Sin embargo, el trabajo académico que durante más de tres décadas ha analizado la "destrucción creativa"—mecanismo mediante el cual nuevos productos y empresas desplazan a los antiguos—hoy enfrenta una interrogante que su autor no puede responder: ¿será diferente esta vez con la IA?

La paradoja de la destrucción creativa en la era digital

La teoría económica clásica que Howitt y Aghion formularon en su influyente artículo de 1992 sostiene que las turbulencias tecnológicas, aunque dolorosas en el corto plazo, generan más empleo del que destruyen en períodos más extensos. Telégrafos, ferrocarriles, electricidad y, recientemente, las telecomunicaciones de la década de 1990 probaron este ciclo. No obstante, la inteligencia artificial presenta características que erosionan esta premisa histórica.

La diferencia fundamental radica en la velocidad de transformación y el alcance sectorial. Mientras que innovaciones anteriores necesitaban años o décadas para implementarse masivamente, la IA ya se expande por economías enteras en meses. Más preocupante aún: no solo desplaza empleos manuales, como hizo la mecanización del siglo XIX, sino que reemplaza trabajo altamente calificado, desde radiología hasta programación, derribando las barreras que anteriormente protegían a profesionales con educación superior.

Howitt fue explícito al respecto: "¿Cómo lo vamos a lograr esta vez? Ojalá tuviera respuestas concretas, pero no las tengo". Esta confesión de incertidumbre de uno de los mayores expertos mundiales en dinámica de innovación constituye una admisión implícita de que los marcos conceptuales existentes podrían resultar insuficientes para comprender y gestionar una transformación de esta magnitud.

Los datos empíricos alimentan esta preocupación. En 2024, reportes de organizaciones internacionales documentaron que empresas multinacionales redujeron plantillas en departamentos de soporte administrativo, atención al cliente y análisis de datos después de implementar sistemas de IA. Significativamente, estas reducciones ocurrieron simultáneamente en múltiples industrias, a diferencia de innovaciones previas que desplazaban trabajadores de sectores específicos hacia otros sectores emergentes.

El modelo de Howitt y Aghion también reveló que mercados con pocas empresas dominantes obstaculizan la innovación. Esta vulnerabilidad estructural golpea con fuerza hoy: grandes corporativas tecnológicas controlan recursos desproporcionados para desarrollar IA, potencialmente sofocando competencia y reduciendo oportunidades para que pequeñas empresas y trabajadores independientes se adapten o prosperen en nuevos nichos.

La regulación emerge como imperativo. Howitt fue categórico: la IA "va a tener que ser regulada". Sin embargo, el lapso de cinco años que tardó en publicarse el artículo de 1992 simboliza un dilema moderno: el debate académico y político se mueve más lentamente que la tecnología misma. Mientras gobiernos y expertos deliberan marcos normativos, sistemas de IA ya penetran economías, generan ganancias concentradas y desplazan trabajadores.

El economista canadiense enmarcó este momento como "un gran momento en la historia de la humanidad", comparable a revoluciones tecnológicas previas. Pero a diferencia de sus colegas que escribieron la teoría de la destrucción creativa, Howitt reconoce que esta vez la humanidad enfrenta una variable desconocida: no sabe quién liderará la IA ni hacia dónde conducirá. En mercados financieros, esa incertidumbre extrema suele preceder a turbulencias considerables.

Inteligencia Artificial: Impacto Económico y Riesgos Laborales
2025
Premio Nobel de Economía
79
Edad de Peter Howitt
3
Economistas Galardonados
33+
Años de Investigación
Evolución de la Destrucción Creativa
SIGLO XIX
Mecanización y revolución industrial. Desplazamiento de trabajo manual.
1992
Howitt y Aghion publican su influyente artículo sobre destrucción creativa tras 5 años de espera.
AÑOS 90
Revolución de telecomunicaciones. Creación de sectores completamente nuevos.
2023-2025
Expansión acelerada de IA. Reemplazo de trabajo altamente calificado en múltiples sectores simultáneamente.
Aspecto Innovaciones Previas Inteligencia Artificial
Velocidad de Adopción Años o décadas Meses
Tipos de Empleo Afectados Principalmente manuales Manuales y altamente calificados
Concentración de Poder Distribuida Pocas corporativas dominantes
Alcance Sectorial Sectores específicos Múltiples industrias simultáneamente
Nuevo Empleo Emergente Claro en el tiempo Incierto y potencialmente insuficiente
Advertencias Clave de Peter Howitt
"Es obviamente una tecnología fantástica con posibilidades asombrosas. Y también tiene un potencial increíble para destruir otros empleos o reemplazar mano de obra altamente calificada. Va a tener que ser regulada. No sabemos cuáles serán los efectos de la destrucción creativa. Tampoco está claro quién será el líder de la IA en el futuro."

peter howitt, premio nobel economia, inteligencia artificial, destruccion creativa, economia laboral, innovacion tecnologica, riesgos laborales, philippe aghion, joel mokyr, regulacion tecnologica