Banco de México cerró 2025 con una señal ambigua para los mercados: un recorte de 25 puntos base a la tasa de referencia, que quedó en 7.00%, acompañado de un diagnóstico económico más frágil y de un balance de riesgos inflacionarios que, aunque menos severo que en años recientes, sigue inclinado al alza.
Mexconomy — La decisión, vigente desde el 19 de diciembre de 2025, confirma el inicio de una fase de relajación monetaria, pero expone las limitaciones que enfrenta la política económica en un entorno de bajo crecimiento y elevada incertidumbre.
La Junta de Gobierno actuó en un contexto internacional adverso. La desaceleración global se profundiza en medio de tensiones comerciales persistentes y conflictos geopolíticos que presionan costos y volatilidad financiera. En Estados Unidos, la Reserva Federal también redujo su tasa en 25 puntos base, lo que dio cierto respiro a los mercados, aunque sin disipar los riesgos de una inflación subyacente aún resistente. Para México, este entorno implica una combinación incómoda: menor dinamismo externo y vulnerabilidad ante choques de precios.
En el ámbito interno, el diagnóstico es más preocupante. Banxico reconoce que la actividad económica se mantuvo débil durante el cuarto trimestre de 2025. Si bien el peso mexicano mostró apreciación reciente, las tasas de los valores gubernamentales aumentaron en la mayoría de los plazos, reflejo de la cautela de los inversionistas. La debilidad de la demanda y la incertidumbre regulatoria y comercial configuran riesgos claros a la baja para el crecimiento.
Inflación persistente y margen limitado
El principal foco de tensión sigue siendo la inflación. Entre octubre y noviembre, la inflación general pasó de 3.63% a 3.80%, mientras que la subyacente escaló de 4.24% a 4.43%, impulsada por las mercancías no alimenticias y, sobre todo, por la lenta corrección en los servicios. Banxico ajustó al alza sus pronósticos para finales de 2025 y los primeros trimestres de 2026, aunque mantiene su expectativa de convergencia a la meta de 3% en el tercer trimestre de 2026.
El balance de riesgos revela las debilidades del proceso: posibles depreciaciones cambiarias, presiones de costos, disrupciones geopolíticas y efectos climáticos. A la baja, una economía más débil de lo previsto podría aliviar presiones, pero a costa de un mayor deterioro productivo. Incluso los ajustes fiscales son reconocidos como un factor de impacto incierto, cuya evaluación completa aún está pendiente.
Una decisión dividida y cautelosa
La votación no fue unánime. Cuatro miembros respaldaron el recorte, mientras que Jonathan Heath se pronunció por mantener la tasa en 7.25%, subrayando la fragilidad del equilibrio entre desinflación y credibilidad. Este disenso evidencia el riesgo central: relajar demasiado rápido en un entorno donde la inflación subyacente aún no cede con claridad.
En suma, el recorte de tasa marca un cambio de fase, pero no una victoria. La política monetaria avanza con margen estrecho, condicionada por un crecimiento endeble y por presiones inflacionarias persistentes. Banxico reafirma su compromiso con la estabilidad de precios, aunque el costo será una gestión prolongada y prudente en un entorno cada vez más complejo.
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