Tres años después de su nacionalización, LitioMX no produce ni un gramo mientras el sector minero mexicano se desploma.
Mexconomy - Los números no mienten, aunque a veces duelen. Las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) sobre la producción minerometalúrgica de marzo pasado son un bofetón de realidad para quienes apostaron por la nacionalización del litio como la "cuarta transformación" del sector minero mexicano.
La producción minerometalúrgica cayó 1.5% en marzo, pero lo más revelador no está en lo que muestran las estadísticas, sino en lo que callan: tres años después de crear LitioMX, México no produce comercialmente ni un solo gramo de litio.
Cuando en 2022 el gobierno federal anunció la creación de LitioMX con bombos y platillos, prometió convertir a México en una potencia mundial del "oro blanco". Las cifras oficiales hablaban de inversiones superiores a los 1,500 millones de pesos y la retórica gubernamental pintaba un futuro dorado donde México competiría con Chile y Australia en el mercado global del litio.
La realidad, documentada en los fríos números del INEGI, cuenta otra historia: LitioMX se ha convertido en uno de los elefantes blancos más costosos de la administración.
"Es una empresa que existe solo en el papel y en las nóminas burocráticas", señala un alto funcionario del sector energético que pidió el anonimato. "Hemos creado una estructura administrativa sin capacidad técnica real para explotar litio".
Los datos son implacables. Mientras LitioMX celebra juntas y elabora presentaciones, Chile aumentó su producción de litio en 23% el año pasado, Australia consolidó su liderazgo mundial con 61,000 toneladas anuales, y hasta Argentina, con menos reservas que México, produce comercialmente desde 2016.
México, con reservas estimadas en 1.7 millones de toneladas según el Servicio Geológico Mexicano, permanece como espectador de una revolución industrial que podría haber liderado.
El contraste es más doloroso cuando se analiza el mercado global: el precio del litio se ha multiplicado por cinco en los últimos cuatro años, impulsado por la demanda de baterías para vehículos eléctricos. Una oportunidad de oro que México está dejando pasar por ideología política.
El Sector Minero en Crisis Estructural
Los problemas van más allá del litio. Las cifras del INEGI revelan un sector minerometalúrgico en crisis estructural:
- El azufre colapsó 22.1% en producción anual
- El fierro cayó dramáticamente 24.9%
- La plata, históricamente fuerte, descendió 14%
Solo algunos minerales muestran crecimiento, pero con volatilidades preocupantes: el zinc creció 35.7%, una cifra que los expertos califican como "insostenible" y probablemente resultado de factores coyunturales.
José Luis Hernández, ex director de la Cámara Minera de México, ha dicho contundente: "Estamos viendo la destrucción sistemática de un sector que podría ser estratégico para el país. La falta de planificación y la ideologización de la política minera nos está costando caro".
Las consecuencias de esta debacle van más allá de los números. México está perdiendo su ventana de oportunidad en la transición energética global. Mientras países competidores desarrollan cadenas de valor completas —desde la extracción hasta el procesamiento de baterías—, México se mantiene anclado en la exportación de materias primas tradicionales.
La paradoja es cruel: el país que proclamó la soberanía sobre el litio importa baterías de litio desde Asia para sus propios proyectos de energía renovable.
"Es como tener petróleo y comprar gasolina en el extranjero", resume con amargura un empresario del sector renovable.
Las fuentes consultadas dentro de LitioMX pintan un panorama desolador. La empresa estatal, según documentos internos a los que tuvo acceso Mexconomy, emplea a más de 200 personas pero carece de un solo proyecto de extracción en operación.
"Somos una oficina que produce reportes sobre reportes", confiesa un empleado de nivel medio. "Llevamos tres años estudiando la viabilidad de proyectos que empresas privadas podrían haber desarrollado en la mitad del tiempo".
Los retrasos no son casuales. LitioMX carece del expertise técnico fundamental: no tiene geólogos especializados en litio, no cuenta con tecnología de extracción moderna y sus directivos provienen principalmente del sector petrolero, con nula experiencia en minería de sales.
Mientras México debate internamente, las empresas internacionales especializadas en litio han diversificado sus operaciones hacia otros países latinoamericanos. Albemarle, SQM y Livent —los gigantes mundiales del sector— han concentrado sus inversiones en Chile, Argentina y Australia.
Roberto Silva, consultor internacional en minerales críticos, es categórico: "México se autoexcluyó del mercado más dinámico de la minería moderna. La nacionalización del litio fue, en términos prácticos, su sentencia de muerte comercial".
El Precio del Populismo
Los costos de oportunidad son monumentales. Cada año que México no produce litio comercialmente representa pérdidas por más de 2,000 millones de dólares en exportaciones potenciales, según cálculos de la consultora Wood Mackenzie.
Pero el daño trasciende lo económico. La incertidumbre regulatoria generada por la nacionalización ha ahuyentado inversiones en todo el sector minero. Las cifras de la Secretaría de Economía muestran una caída del 40% en solicitudes de concesiones mineras desde 2022.
Los inversionistas huyen de la incertidumbre. La nacionalización del litio envió un mensaje claro: el gobierno puede cambiar las reglas del juego en cualquier momento.
El contraste con modelos exitosos es demoledor. Chile mantiene un esquema mixto donde el Estado participa a través de CORFO pero permite la operación privada eficiente. Resultado: lidera la producción mundial con más de 180,000 toneladas anuales.
Australia apostó por la innovación tecnológica y la asociación público-privada. Su producción creció 300% en la última década.
Incluso Argentina, con problemas económicos estructurales mayores que México, logró desarrollar tres proyectos comerciales de litio que generan más de 1,200 millones de dólares anuales en exportaciones.
La Hora de la Verdad
Los números del INEGI a marzo 2025 deberían ser una llamada de atención para quienes diseñan la política minera nacional. La producción minerometalúrgica mexicana muestra signos preocupantes de volatilidad e inestabilidad, justo cuando el mundo demanda mayor cantidad de minerales críticos para la transición energética.
La ausencia total del litio en las estadísticas oficiales, tres años después de su nacionalización, es el símbolo perfecto de una política basada en retórica y no en resultados.
Mexico enfrenta una decisión crítica: continuar con el experimento fallido de LitioMX o reconocer el error y buscar alternativas que realmente generen valor para el país.
Los números del INEGI son implacables: muestran no solo lo que México produce, sino lo que ha dejado de producir por decisiones políticas que privilegiaron la ideología sobre la eficiencia.
El costo de esta apuesta fallida lo pagará toda una generación de mexicanos que verá pasar de largo la oportunidad del siglo en el oro blanco del futuro.
Nota del Editor: Este artículo se basa en datos oficiales del INEGI, entrevistas con funcionarios y empresarios del sector, y análisis de consultoras especializadas en minerales críticos. LitioMX fue contactada para obtener su versión pero no respondió a nuestras solicitudes de entrevista.
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