México atraviesa una tendencia económica hacia 2030, que bien podría considerarse el derrotero hacia una "década perdida", un término que evoca los traumáticos años ochenta pero que ahora cobra una nueva dimensión. Los números son contundentes: entre 2019 y 2023, el país creció a un promedio anual de apenas 0.8%, y las proyecciones hasta 2030 no superan el 1.2% anual.
Mexconomy - Estamos ante un estancamiento económico prolongado sin precedentes. Lo que hace único este periodo es que ocurre en un contexto internacional que debería haber sido excepcionalmente favorable para México.
Los datos duros del estancamiento
Un análisis detallado de las cifras oficiales del INEGI revela la magnitud del problema:
- 2019: La economía se contrajo -0.28%, el primer retroceso desde la crisis financiera global, pero sin un choque externo comparable.
- 2020: El PIB se desplomó -8.65% durante la pandemia, una de las caídas más severas entre las economías del G20.
- 2021-2023: La recuperación post-pandémica (5.84%, 3.90% y 3.20% respectivamente) apenas logró recuperar los niveles pre-pandémicos.
- 2024-2025: El FMI proyecta un crecimiento de apenas 1.20% seguido de una contracción de -0.30%, entrando así en recesión técnica.
Cuando analizamos el nivel absoluto del PIB per cápita, descubrimos algo alarmante: en 2023, el mexicano promedio era aproximadamente un 3% más pobre que en 2018 y no se espera que recupere su nivel de 2018 hasta al menos 2026-2027.
Con la mirada puesta en 2030, paradójicamente, esta década de estancamiento coincide con lo que debería haber sido una era dorada para la economía mexicana:
- T-MEC: La renovación del tratado comercial con Estados Unidos y Canadá en 2020 debió consolidar a México como plataforma exportadora privilegiada.
- Nearshoring: La reconfiguración de las cadenas globales de valor tras la pandemia y las tensiones China-EE.UU. creó una oportunidad histórica que México no ha sabido capitalizar plenamente.
- Posición geográfica: La ubicación estratégica del país como puente entre Norteamérica y Latinoamérica sigue siendo una ventaja competitiva desaprovechada.
El contraste con otras economías emergentes, es brutalmente desfavorable a México. Mientras México ha crecido a menos del 1% anual desde 2019, Vietnam ha mantenido tasas superiores al 4% incluso durante la pandemia. La diferencia está en las políticas públicas y el clima de inversión.
Las consecuencias del bajo crecimiento ya son visibles en indicadores sociales fundamentales:
- Pobreza laboral: Según el CONEVAL, afecta al 38.3% de la población, cifra prácticamente idéntica a la de 2018.
- Movilidad social congelada: Un estudio del Centro de Estudios Espinosa Yglesias muestra que la probabilidad de que un mexicano nacido en los dos quintiles inferiores de ingreso ascienda socioeconómicamente es menor hoy que en 2018.
- Migración acelerada: El récord histórico de remesas recibidas en 2023 (más de 60,000 millones de dólares) refleja el flujo creciente de mexicanos buscando oportunidades en el exterior, no obstante parece que a partir de 2025, la tendencia comienza a revertirse.
Ahora bien, el crecimiento económico no es un fin en sí mismo, sino el medio más efectivo para generar bienestar sostenible. Pero un país que no crece es un país donde millones de jóvenes ven truncadas sus aspiraciones.
En este escenario, las proyecciones para los próximos años sugieren que, sin cambios estructurales profundos en la política económica, México podría estar condenado a completar una década perdida, consolidando un retroceso histórico en términos de convergencia económica con naciones desarrolladas.
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