México cierra el tercer trimestre de 2025 en territorio de contracción económica, confirmando el agotamiento del breve ciclo de recuperación y evidenciando vulnerabilidades que amenazan la viabilidad del crecimiento en el mediano plazo. La Estimación Oportuna del PIB reportó una caída de 0.3% tanto a tasa trimestral como anual, marcando el punto de inflexión de una economía que transita del letargo al retroceso.

Mexconomy — Lo advertimos: con cifras desestacionalizadas, el PIB registró su primera contracción trimestral consecutiva en el periodo julio-septiembre, interrumpiendo una secuencia de expansiones modestas que apenas habían permitido mantener al país a flote. El dato anual es aún más revelador: mientras en el primer trimestre de 2025 la economía creció 0.9%, en el segundo quedó prácticamente estancada con 0.0%, y ahora el tercer trimestre muestra una caída de 0.2% con cifras originales. Esta trayectoria descendente perfila un cierre de año catastrófico.

El motor que impulsa esta debacle es el colapso de las actividades secundarias —manufactura, construcción, minería y electricidad—, que se desplomaron 1.5% a tasa trimestral y 2.9% anual en el tercer trimestre. Este sector, que representa aproximadamente un tercio del PIB nacional, acumula tres trimestres consecutivos de caídas anuales: -0.8% en el primero, -1.7% en el segundo y -2.9% en el tercero. La aceleración de la contracción revela no solo debilidad cíclica, sino problemas de competitividad y obsolescencia productiva que la desinversión documentada en otros indicadores ya anticipaba.

El sector servicios pierde tracción

Las actividades terciarias —comercio, servicios financieros, transporte, información y otros servicios— apenas lograron un crecimiento testimonial de 0.1% trimestral, prácticamente estancadas, aunque a tasa anual reportan un avance de 0.9%. Este sector ha sido históricamente el sostén de la economía mexicana, pero su desaceleración progresiva es alarmante: pasó de crecer 1.4% anual en el primer trimestre a 0.9% en el segundo y 1.0% en el tercero (con cifras originales). La pérdida de dinamismo en servicios sugiere que el consumo interno —debilitado por la inflación acumulada y el deterioro del poder adquisitivo— está cediendo terreno.

El único refugio (con muchas dudas por cierto) en este panorama sombrío proviene de las actividades primarias —agricultura, ganadería, pesca y silvicultura—, que registraron un crecimiento de 3.2% trimestral y 3.0% anual. Sin embargo, este sector representa apenas entre 3% y 4% del PIB total, por lo que su contribución al crecimiento agregado es marginal. En el acumulado de los primeros nueve meses del año, las primarias crecieron 4.2% anual (cifras originales), pero este dinamismo no puede compensar la contracción manufacturera ni el estancamiento de servicios.

El contraste con 2024 es brutal. En el tercer trimestre de 2024, la economía mexicana crecía 1.6% anual con cifras desestacionalizadas; un año después, cae 0.3%. En los primeros nueve meses de 2025, el crecimiento acumulado es de apenas 0.2% con cifras originales (o 0.5% según datos desestacionalizados), muy por debajo del 1.4% alcanzado en todo 2024. Si esta tendencia persiste, México podría cerrar 2025 con el peor desempeño económico desde la pandemia.

Vulnerabilidades y amenazas

Los datos exponen tres vulnerabilidades críticas que comprometen la viabilidad del crecimiento futuro. Primero, la desindustrialización acelerada: las actividades secundarias acumulan -1.8% en los primeros nueve meses del año con cifras originales, evidenciando que México está perdiendo capacidad productiva industrial. La manufactura, que debería ser el motor de las exportaciones y la integración a cadenas globales de valor, está en retroceso sostenido.

Segundo, el agotamiento del consumo interno: la desaceleración de los servicios refleja que las familias mexicanas están reduciendo gastos discrecionales ante un entorno de incertidumbre e inflación acumulada. El sector comercio, restaurantes, hoteles y entretenimiento —altamente sensible al gasto de los hogares— muestra signos inequívocos de debilidad.

Tercero, la ausencia de motores de crecimiento alternativos: ni la inversión pública (en colapso), ni la inversión privada (en retroceso), ni las exportaciones manufactureras (lastradas por la contracción industrial) están generando impulso económico. México navega sin timón en un contexto internacional donde sus principales competidores regionales —Vietnam, India, Polonia— sí están atrayendo capitales y modernizando sus aparatos productivos.

Los riesgos para el cierre del año son múltiples. Si el cuarto trimestre de 2025 replica la trayectoria del tercero, México podría terminar el año con crecimiento cercano a cero o incluso en territorio negativo. La próxima publicación de la estimación oportuna está programada para el 30 de enero de 2026, pero los indicadores adelantados —producción industrial, ventas al menudeo, confianza empresarial— ya anticipan que no habrá rebote significativo.

El escenario más preocupante no es la recesión técnica en sí misma, sino sus implicaciones. Una economía que no crece no genera empleos formales, no aumenta salarios reales, no atrae inversión extranjera y no puede financiar programas sociales sin recurrir a más deuda. México enfrenta el riesgo de entrar en un círculo vicioso donde la debilidad económica alimenta más incertidumbre, más fuga de capitales y más contracción. Sin reformas que restauren la confianza inversionista y sin una estrategia clara para reactivar la manufactura, el país podría estar condenado a años de estancamiento, consolidando su posición como la economía más rezagada de América Latina en la próxima década.



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